El gen Sanisi.

Saludando al responsable de que todos los equipos de Madrid tuviéramos que desplazarnos casi 50 kilómetros, hasta Aranjuez, para participar en unas nuevas jornadas de rugby para nuestros niños, respondía a esta queja con el hecho incontestable de celebrarlas en un campo de césped natural, cuidado al máximo.

Con estas premisas podemos afirmar que el viaje mereció la pena, aún más si tenemos en cuenta que, por fin, la meteorología acompañó durante toda la jornada: sol radiante y temperatura moderada.

En esta ocasión (la distancia y la fecha condicionan) viajamos con un solo equipo, compuesto por ocho jugadores. Los rivales, dos clásicos del rugby madrileño: Liceo Francés y CAU. Sin embargo, la no presentación de alguno de los equipos confirmados, permitió un tercer enfrentamiento con uno de nuestros habituales rivales: Hortaleza.

Los tres partidos se pueden resumir como si de uno solo se tratara, con un denominador común: la constante habilidad de los Linces de San Isidro para sorprender a los padres y a los monitores.

El artículo lleva el título de “El gen SanIsi” y no es asunto baladí. Al ya tradicional “esfuerzo de principio a fin”, al proverbial “lucho hombro con hombro con mi compañero-hermano” se unió, inesperadamente, una figura habitual en el estilo de juego del equipo senior pero absolutamente desconocida para los niños de esta categoría. La sorpresa fue mayúscula en tanto en cuanto el MAUL no ha sido objeto de entrenamiento específico en ningún momento de esta temporada. Es cierto, que como parte del calentamiento o de algún juego esporádico si lo hemos realizado pero, en ningún caso, tenía como objeto formar parte de su formación.

Para quienes estén menos familiarizados con estos palabros nos permitimos explicar esta figura en términos muy coloquiales. De repente, esos agrupamientos de casi todos los jugadores en torno al balón, que paraban el juego y en el que lo único que se veía eran niños desprendiéndose de los mismos, cayendo de modo aleatorio al suelo, nuestros Lagartijos han sabido resolverlos. Con un cierto orden (aunque no lo parezca) lo que era estático lo han convertido en un avance muy eficaz hacia la zona de marca del rival. Empuje ordenado y dirigido que significa ganar metros y acercarnos al ensayo. Y de eso va el rugby: AVANZAR.

Todo lo demás forma parte de lo cotidiano: esfuerzo, compañerismo, juego abierto, pases, placajes y ensayos. Muchos ensayos.

Se acerca el final de la temporada y creo que podemos afirmar que los objetivos se han cumplido con creces. Al menos los monitores estamos felices y espero que ese sentimiento sea compartido por los responsables técnicos de la escuela y, por supuesto, los padres.

Jugaron (como los mismísimos ángeles): Mario, Sebi, Nicolás, David, Jorge, Bruno, Pablo y Quique. Queremos destacar la participación, de modo inesperado, de Olivia, nuestra primera niña en competición, peleona, muy activa y sin miedo. ¡Enhorabuena!

Lo mejor: La intuición de los niños que les hace mejorar en el juego de un modo natural

Lo peor: Afortunadamente, nada.

Y ahora, el Campeonato de España.

¡SANGRE Y CIELO, AÚPA SANISI!

Carlos Suarez – Monitor Sub6

 

 

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